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Profecías.

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Mensaje por Amiga Sáb Oct 04, 2008 7:08 am

2 Pedro 1:19 Tenemos también la palabra profética más permanente, á la cual hacéis bien de estar atentos como á una antorcha que alumbra en lugar oscuro hasta que el día esclarezca, y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones.

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Mensaje por Susy Sáb Oct 04, 2008 7:56 pm

Amén Amiga!!!!

Ahora bien hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manistestación del Espíritu para provecho... A otro el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas...(1 Corintios 12)

No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno. (1 Tes. 5:19,20,21)

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Mensaje por Key Dom Oct 05, 2008 5:06 am

Estoy espectante en este tema Smile
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Profecías. Empty ¿Qué es profecía?

Mensaje por Amiga Dom Oct 12, 2008 5:31 am

--EL DON DE PROFECIA ES LA ESPECIAL CAPACIDAD QUE DA DIOS A CIERTOS MIEMBROS DEL CUERPO DE CRISTO DE RECIBIR Y COMUNICAR UN MENSAJE INMEDIATO DE DIOS A SU PUEBLO POR MEDIO DE UNA DECLARACION DIVINAMENTE UNGIDA--.
DIOS ES EL PRIMERO EN APLICAR EL TITULO DE PROFETA A ALGUIEN Y ESO SE VE CLARAMENTE EN GENESIS 20: 7. "Ahora, pues, devuelve la mujer a su marido; porque es profeta, y orará por ti, y vivirás. Y si no la devolvieres, sabe que de cierto morirás tú, y todos los tuyos".
COMO EN ESTA PRIMERA MENCION DEL TERMINO, NO SE EXPLICA CUALES SON LAS CARACTERISTICAS Y FUNCIONES DE UN PROFETA, ASI QUE SEGUIMOS INVESTIGANDO HASTA ENCONTRAR LA SEGUNDA VEZ QUE SE MENCIONA: EXODO 7:1 "Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta".
2 "Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel".
SE ENTIENDE ACÁ QUE DIOS NOMBRA PROFETA A LA PERSONA QUE --COMUNICA SU MENSAJE ESPECIFICO-- A LA HUMANIDAD.
EXISTEN DOS PLANOS, EL PLANO ESPIRITUAL Y EL MUNDO FISICO EN EL QUE VIVIMOS, POR LO CUAL:
EL PROFETA ES LA PERSONA A LA CUAL DIOS LE HA DADO EL DON DE ESCUCHAR SU VOZ Y ORDENES ESPECIFICAS Y ADEMAS LE HA DADO LA CAPACIDAD DE COMUNICARLAS AL MUNDO.
PROFECIA ES EL CICLO CUMPLIDO POR EL MENSAJE RECIBIDO DE DIOS Y ENTREGADO AL MUNDO.

COMO LA PALABRA --PROFECIA-- HOY SE USA GENERALMENTE PARA INDICAR LA PREDICCION DEL FUTURO, ES DIFICIL PARA ALGUNOS COMPRENDER QUE EL USO BIBLICO DE LA PALABRA INCLUYE NO SOLO EL FUTURO, SINO TAMBIEN EL PRESENTE. DE HECHO EL DON DE PROFECIA HA SIDO USADO MUCHO MAS PARA TRATAR DE SITUACIONES DEL PRESENTE QUE SOBRE SUCESOS FUTUROS.

COMO ALGUNOS PERSONAS HACEN EQUIVALENTE EL DON DE --PROFECIA--- CON --LA BUENA PREDICACION-OTROS TIENDEN A DUDAR LA AFIRMACION DE QUE DIOS SE COMPLAZCA EN HABLAR A LA IGLESIA HOY POR MEDIO DE HERMANOS QUE PROFESAN TENER EL DON Y QUE DICEN SER CAUCES POR LOS QUE DIOS MANDA UN MENSAJE ESPECIFICO.
EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA GRIEGA ES BASICAMENTE -DECLARAR-, -HABLAR POR OTRO-. AQUELLOS QUE TIENEN EL DON DE LA PROFECIA RECIBEN LA INSPIRACION PERSONAL DEL PROPOSITO DE DIOS EN UNA SITUACION CONCRETA. DIOS HABLA POR MEDIO DEL PROFETA.
EL PROFETA PUEDE EQUIVOCARSE. POR TANTO TIENE QUE ESTAR ABIERTO A LA CORRECCION DEL RESTO DEL CUERPO.
EL VERDADERO PROFETA DEBE ACEPTARLA DE BUEN GRADO.
LOS PROFETAS QUIEREN QUE SUS PALABRAS SEAN VERIFICADAS Y CUANDO ESTAN EL ERROR, RECTIFICAN.
QUIEREN QUE SUS PROFECIAS SEAN CONFIRMADAS.


MUCHAS BENDICIONES.




La Biblia enseña que este don no es para guiar a los cristianos, sino para edificar, consolar y
exhortar (1 Co. 14:3); veamos algunas de sus características:evelar cosas ocultas o predecir el futuro.

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Mensaje por Amiga Dom Oct 12, 2008 5:38 am

LO CITADO EN LA PARTE INFERIOR IZQUIERDO DEL TEXTO EXPUESTO, FUE ESCRITO EN UN PRIMER MOMENTO AL DESARROLLAR EL TEMA PERO DEJO CLARO QUE NO DEBE SER TENIDO EN CUENTA.MUCHAS GRACIAS HERMANITOS/AS.

algLa Biblia enseña que este don no es para guiar a los cristianos, sino para edificar, consolar y
exhortar (1 Co. 14:3); veamos unas de sus características:evelar cosas ocultas o predecir el futuro.

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Mensaje por Susy Lun Oct 13, 2008 6:45 am

Amén mi hermanita Amiga y como dijo Amós: "Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas"...

Dios es un Dios de tanto amor que nos mantiene al tanto de todo y aún de las artimañas del diablo nos avisa con anticipación por sus siervos los profetas. Aleluyas a nuestro Dios!

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Profecías. Empty Gracias hermanita bella!!!

Mensaje por Amiga Lun Oct 13, 2008 9:31 pm

Muchas bendiciones hermanos y hermanas, en este precioso día nuevo que nos regala el Señor.
Que Su Amor , Paz y Gozo sean derramados abundantemente en cada corazón que busca de Él.
Quiero agradecerle a mi hermosa hermana Susy por su consejo con respecto a la aclaración que cito del texto que escribí más arriba sobre el significado de la palabra profecía y que no debía tomarse en cuenta.
Eso pertenecía a una pag de Estudios biblicos(http://www.escuelasbiblicas.org/material/208-LosDonesDelEspirituSanto-I-(Inspiracion).pdf), que si alguno de ustedes esá interesado en leerlo , les dejo pegada la dirección.
Gracias. Los amo en el Amor de Dios.

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Profecías. Empty Sufrimientos del Siervo del Señor

Mensaje por Amiga Mar Oct 21, 2008 5:40 pm

Isaías 53:3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto: y como que escondimos de él el rostro, fué menospreciado, y no lo estimamos.


4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.


5 Mas él herido fué por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados.


6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino: mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.


7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca: como cordero fué llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.


8 De la cárcel y del juicio fué quitado; y su generación ¿quién la contará? Porque cortado fué de la tierra de los vivientes; por la rebelión de mi pueblo fué herido.


9 Y dipúsose con los impíos su sepultura, mas con los ricos fué en su muerte; porque nunca hizo él maldad, ni hubo engaño en su boca.


10 Con todo eso Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole á padecimiento. Cuando hubiere puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.


11 Del trabajo de su alma verá y será saciado; con su conocimiento justificará mi siervo justo á muchos, y él llevará las iniquidades de ellos.


12 Por tanto yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fué contado con los perversos, habiendo él llevado el pecado de muchos y orado por los transgresores.

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Mensaje por Amiga Sáb Dic 06, 2008 10:25 pm

Para conocer un poco más sobre Isaías, el autor del primer libro de los profetas de la Biblia, a quién se lo considera generalmente como el más grande de los profetas.
Isaías creció en un hogar aristocrático y se casó con una profetiza.Al inicio d su ministerio era bien apreciado.Pero, al igual que la mayoría de los profetas,pronto perdió su popularidad debido a que sus mensajes eran muy díficiles de escuchar.Hacia llamados para que la gente se apartara de sus pecados y les advertía del Juicio y del Castigo de Dios.
Tuvo un ministerio acivo durante sesenta años antes de que lo mataran durante el reinado de Manáses( según la tradición).
Como mensajero especial de Dios para Judá,Isaías profetizó durante el período de varios reyes y muchos de estos mensajes aparecen en su Libro: Uzías y Jotam, cap. 1-6; Acaz, cap. 7-14; y Ezequías, cap. 15-39.
La primera parte del Libro de Isaías (cap.1-39) contiene denuncias y pronunciamientos severos al hacer un llamado para que Judá y las naciones vecinas se arrepintieran de sus pecados.Sin embargo los últimos veintisiete capítulos(40-66) están llenos de consolación y de esperanza en los que Isaías revela la Promesa de Dios de bendecirnos un día a través del Mesías.

"Más Èl herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados;el castigo de nuestra paz fue sobre Èl, y por Su Llaga fuimos nosotros curados".(53.5)

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Profecías. Empty Apocalipsis Cap. 1 - Sugerencias para leer Apocalipsis

Mensaje por Autor an Vie Ene 02, 2009 4:53 pm

Lo primero, antes de iniciar el estudio del libro, será emprender su lectura un par de veces, preferentemente en dos versiones, por ejemplo Reina-Valera y la Versión Popular.
Leyendo todo Apocalipsis de una vez, y repitiendo su lectura en una segunda oportunidad, nos comenzaremos a familiarizar con su lenguaje, con la estructura del libro, y comenzaremos a descubrir cómo fluye el relato.

Recomendamos realizar cada una de estas lecturas de corrido, preferiblemente sin detenernos, pero con toda nuestra atención puesta en el relato. La primera lectura nos ayudará a familiarizarnos con el lenguaje, y la segunda, realizada al día siguiente, por ejemplo, nos permitirá avanzar en el propósito de ir descubriendo la variedad de símbolos y figuras que llenan las páginas del libro.

Veremos que el libro comienza como si fuera una carta dirigida a las siete iglesias de Asia. Luego de la introducción de los primeros tres versículos hallaremos el comienzo formal de la carta: el nombre del escritor, los destinatarios, el saludo de forma y una doxología. Continuamos leyendo y descubrimos que la forma epistolar concluye con el capítulo tres, pues desde el cuatro en adelante quedamos sumergidos en un relato de estructura apocalíptica hasta la conclusión del libro, en donde, en el último versículo encontramos la salutación final.

Es decir que no se trata precisamente de una carta, pero la forma epistolar se justifica por el mensaje para la iglesia, que media entre la ascensión de Jesús a los cielos luego del triunfo de la cruz, hasta la consumación final su victoria.

Apocalipsis se escribe tarde en el siglo primero, cuando casi todo el Nuevo Testamento ya ha sido escrito y las iglesias están sufriendo persecuciones. Son tiempos difíciles, pues el sistema romano rechaza frontalmente al cristianismo que está creciendo vigorosamente en todo el territorio imperial. La fe de los cristianos habrá necesitado ser fortalecida para que los creyentes no pensaran que el entonces poderosísimo imperio, en apariencia invencible, terminará destruyendo una iglesia indefensa, desprovista de poder político y militar. Y entonces Juan tiene la visión en la isla de Patmos en donde está confinado por el emperador, cuando el mismo Señor se manifiesta al profeta con el mensaje optimista de Apocalipsis.

El libro proclama el triunfo permanente de Jesucristo. No se trata meramente de que triunfará al fin, sino que es el vencedor constante y su victoria se manifiesta a través de todo el libro, desde la primera hasta la última página.

Por eso, Apocalipsis es el libro preferido de la iglesia de todos los tiempos, particularmente en los momentos difíciles cuando los poderosos del mundo la enfrentan. Es entonces cuando los creyentes hallan particular consuelo en su lectura. Veremos oportunamente que la iglesia no sólo sufre persecución del poder político (el monstruo que sube del mar), sino también de una forma más sutil del agente diabólico de la persuasión (el monstruo que sube de la tierra), para inducirla a obedecer al dragón cuando todo parece ser favorable. Es entonces cuando crece nuestra convicción de la importancia de la lectura del libro de Apocalipsis.

Es necesario comprender que hoy necesitamos de su lectura, y con sencillez de corazón debemos disponernos a recibir el mensaje de Dios que nos ofrece el Cordero que ha sido muerto y vive para siempre. Es el Cordero como inmolado, que es también el León de la tribu de Judá. Ya lo dice al comenzar: "La revelación de Jesucristo, que Dios le dio", y esto para que seamos conscientes de su victoria total.

Apocalipsis da significado a todo el Nuevo Testamento: por él sabemos que el diablo ha recibido una herida de muerte, y habrá de morir. Sabemos que la muerte ha sido derrotada, y será destruida. La impiedad de las naciones será juzgada, y Jesucristo, el jinete del caballo blanco que salió triunfante para seguir triunfando, quien es Fiel y Verdadero, derrotará al mal y a la injusticia, y este universo deteriorado por el pecado, dará lugar a uno nuevo donde todo será justo y bueno. Y a la humanidad redimida le estará reservada una tierra nueva y cielos nuevos.


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Mensaje por Susy Vie Ene 02, 2009 10:53 pm

"Apocalipsis da significado a todo el Nuevo Testamento: por él sabemos que el diablo ha recibido una herida de muerte, y habrá de morir. Sabemos que la muerte ha sido derrotada, y será destruida. La impiedad de las naciones será juzgada, y Jesucristo, el jinete del caballo blanco que salió triunfante para seguir triunfando, quien es Fiel y Verdadero, derrotará al mal y a la injusticia, y este universo deteriorado por el pecado, dará lugar a uno nuevo donde todo será justo y bueno. Y a la humanidad redimida le estará reservada una tierra nueva y cielos nuevos."

Amen por esas palabras!!!!

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Profecías. Empty Apocalipsis - Cap 2 - 1ra Parte Introducción

Mensaje por Amiga Sáb Ene 03, 2009 5:53 pm

"El cristianismo debe descubrir que, en un sentido sorprendente, el pensamiento religioso se halla inextricablemente ligado al pensamiento histórico".(Herbert Butterfield)

EL ANTIGUO TESTAMENTO nos habla claramente de la historia como fluyendo hacia un fin. El Dios de los hebreos es el Dios de la historia, y todas las promesas dadas a los patriarcas, a Abraham y a los profetas, apuntan a una meta.

Israel es libertado de la esclavitud en Egipto para habitar en la Tierra Prometida. Pero se trata de una tierra que hay que conquistar y, para lograrlo y consolidar la presencia de Israel en esa tierra, el pueblo tendrá que seguir las instrucciones precisas, contenidas en la Ley. Desobedecer las leyes del Señor representará recibir las consecuencias de haberse alejado del camino trazado para que constituyan un pueblo especial, diferente a todos los otros pueblos. En la singularidad de Israel se funda el proceso de la Revelación.

Dios no elige arbitrariamente un pueblo entre los demás pueblos de la tierra, sino que lo forma a partir de Abraham y Sara, y por la línea de la familia de Jacob. Este pueblo crece en el dolor de la esclavitud en Egipto y a través de su historia, será el receptor de la Revelación de Dios a la humanidad.

Dios no se revela masivamente al pueblo, sino a los profetas, hombres elegidos por él, hombres dotados de una fina sensibilidad para escuchar su voz. Percibir la revelación, exige del profeta una participación activa y una actitud adecuada, lograda en un largo y a veces doloroso proceso de preparación. Dios elige al profeta y habla con él, preparándolo progresivamente para la experiencia trascendente de oír su voz cada vez con mayor claridad.

Pero los acontecimientos de la vida de Israel, están entretejidos con la historia de la Revelación y son acontecimientos trascendentes, de manera diferente de como lo hace por la predicación de los profetas.

Cuando se establece el reino, y David primero y Salomón después ocupan el trono, se cumplen parcialmente las promesas hechas a Abraham. El reino establecido llega a ser poderoso, rico e influyente entre los demás de la tierra. Pero David mismo, profetiza que el Señor de la historia los conduce a un fin más glorioso: el rey, su trono y el reino, son figuras de una realidad suprema hacia la que los conduce la historia. David espera y presiente el Día del Señor.

Luego viene la división del reino y parece que comenzará a fracasar el futuro hebreo. Se establece al norte el reino de Israel, formado por diez tribus, y al sur el reino de Judá. Pronto se descubre que ambos reinos marchan hacia el fracaso. Sobre todo, Israel deja de reconocer a Dios como el Señor de la historia, olvida las palabras proféticas antiguas y no escucha a los profetas contemporáneos. Deja de ser el pueblo singular que profesa una religión pura, comienza a rendir culto a la naturaleza y llega a ser como todos los pueblos vecinos. Los profetas predicen la destrucción de Israel.

Mientras, sin ser tan extremada la rebeldía de Judá, también cae en la idolatría de los cultos a Baal y Astarté, dioses de las fuerzas naturales y de la fecundidad. Y los profetas, ahora predicen también la derrota de Judá, pero la profecía incluye ahora la posterior restauración. Y estas profecías de la restauración, siempre miran más allá que el regreso del exilio y la reocupación de la tierra, pues señalan el Día del Señor, la meta de la historia, cuando se cumplirá la redención definitiva de Dios para su pueblo. La restauración territorial de Judá es un primer cumplimiento inmediato de las profecías, como una figura del pleno cumplimiento que tendrá lugar cuando llegue el Día del Señor, oportunidad en que Dios visitará a los hombres y establecerá su Reino con su nuevo pueblo redimido.

Sentido y fin de la historia

En el Antiguo Testamento, la historia nunca es caprichosa ni cíclica. Tiene un sentido direccional, y se encamina hacia un fin que es el Día del Señor.
El concepto de que la historia no es cíclica, lo hallamos claramente expresado en toda la Biblia. Dios conduce siempre los acontecimientos de los pueblos de acuerdo con sus propósitos. No es solamente el Señor de la historia de Judá e Israel, sino que es el Señor de la historia de todos los pueblos, a los que frecuentemente utiliza como instrumento de juicio para otros pueblos y aun para juicio de su propio pueblo.

Tal vez, uno pensaría diferente, al leer las reflexiones del Eclesiastés. Pero precisamente, éstas son las reflexiones del hombre natural que asimila el proceso cíclico de la vida: el día y la noche, la secuencia de las fases lunares, la sucesión de las estaciones, y generaliza lo que ocurre en la naturaleza al fluir del tiempo, tal como lo ve en el sol, las lunaciones y las primaveras que se repiten indefinidamente, aplicando este concepto a la historia.

Pero la historia no puede entrar en esta analogía de la naturaleza, porque lo que cuenta en ella son los hombres, los pueblos, la humanidad. Cuando Judá e Israel pusieron su atención en las fuerzas naturales, cayeron en la idolatría, precisamente por olvidar que Dios es el Señor de la historia. No son los acontecimientos cósmicos los que determinan la historia, sino las relaciones humanas, y los pueblos son los instrumentos del Señor para construir la historia y conducirla a sus fines.

En realidad, el concepto cíclico de la historia ha sido la manera tradicional con que los hombres de todos los pueblos han interpretado la historia, y las frases del Eclesiastés han sido una constante: la historia se repite, los acontecimientos de hoy volverán a suceder mañana y se repetirán indefinidamente; no hay nada nuevo bajo el sol.

En un sentido, que la historia tenga sentido y meta, representa una forma moderna de concebirla. De una manera particular Karl Marx enfatizó el hecho de que la historia tuviera sentido y que condujera a la humanidad a un destino determinado. Pero al hacerlo, no descubría nada nuevo. Su entorno judeo cristiano naturalmente lo había familiarizado con el pensamiento bíblico de que la historia es lineal.

Que la historia tenga sentido y meta es algo claramente establecido en toda la Biblia, y Marx toma este concepto rectilíneo de la historia tal como lo encuentra en la Escritura, interpretando su desarrollo con una filosofía particular: el materialismo histórico.
En el pensamiento del Antiguo Testamento y de hecho también en el Nuevo el sentido y fin de la historia es escatológico: apunta hacia el fin, hacia donde Dios conduce a la historia, al advenimiento de las últimas cosas. La presencia e intervención de Dios en la historia, le da a ésta su significado.

Toda la historia de la Revelación está preñada de las irrupciones de Dios en la vida de los hombres y de los pueblos. De una manera especial, los profetas manifiestan la intervención del Señor en Israel, y en una forma absoluta se manifiesta en la encarnación de Dios en Jesús de Nazaret. Dios se hace historia en Jesucristo, y esto representa la irrupción total de Dios en la historia de la humanidad, precisamente como el cumplimiento de los tiempos. Así lo dice el Evangelio de Marcos (1.14 15): Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: el tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio.

Entonces ¿es contradictorio este concepto rectilíneo de la historia y las reflexiones del Eclesiastés? Pensamos que no, pues en este libro hallamos al hombre meditando en su condición limitada, tratando de resolver con sus recursos los problemas trascendentes, intentando hallar con sus razonamientos la solución de los misterios de la vida y de la muerte.

Recordemos que un poco más adelante dirá que el fin de los hombres y las bestias es el mismo: todos terminan en el sepulcro. En capítulo 9.1 3 dice: tiempo y ocasión acontece a todos. Es decir que el hombre es prisionero del tiempo y de las circunstancias que lo superan. Tiempo y ocasión acontece a todos, porque el hombre es incapaz de interpretar el valor del tiempo. Recién al terminar el libro hallamos que una luz nueva ilumina al predicador en las conclusiones de los versículos finales del capítulo 11 y en el 12. Sobre todo, lo que expresan las palabras que representan la conclusión a que ha llegado el autor: "El fin de todo el discurso es éste: teme a Dios y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o mala".

Y esta alusión al juicio de Dios nos plantea la meta de la historia: el Día del Señor, que es a la vez de salvación y de juicio.


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Profecías. Empty Apocalipsis - Cap 2 - 2da Parte. La palabra profética construye la historia

Mensaje por Amiga Lun Ene 05, 2009 6:58 pm

Los profetas, con su predicación, construyen la historia. Porque ellos hablan palabra de Dios, y la palabra de Dios es creadora. Como al principio dijo Dios: ¡Sea la luz! y fue la luz, y luego, todo lo que dijo fue hecho, así la palabra pronunciada por los profetas hacen la historia, y todo lo que ellos dicen llega a ser realidad.

La historia tiene que ver con los hombres y sus relaciones, con los pueblos y sus acciones. Pero pueblos y hombres son instrumentos del Señor en la realización de la historia. El hace la historia por medio de su palabra profética. Y cuando el hombre acepta la palabra de Dios, la escucha y la obedece, acomoda su vida a la historia. Nínive escuchó y recibió el mensaje de Jonás y se salvó de la destrucción, pero más adelante, se obstinó en seguir su camino y fue destruido, como lo fueron Egipto, Asiria e Israel, que también rechazaron la profecía.

La capacidad del hombre para hacer historia, siempre está en función de su relación con Dios. Hacer la voluntad de Dios representa participar positivamente en la construcción de la historia.

Hombres y pueblos son instrumentos del Señor en hacer la historia, a veces para el bien, otras para juicio.

Por otra parte, la palabra profética, señala el fin de la historia, que se cumplirá en el día del Señor. Este día es el de la esperanza escatológica del Antiguo Testamento. Toda la visión veterotestamentaria de la profecía, se concentra en el día del Señor, en el que culminará la historia.

En ese día, la intervención de Dios, será de una dimensión nueva, desconocida hasta entonces, representará un acontecimiento nunca visto, y ni siquiera soñado por los hombres.


¡El día del Señor ha llegado!

La venida de Jesucristo el nacimiento de Dios hecho hombre , representa el momento en que el reino de los cielos se ha acercado. Ahora comienza a construirse lo predicho por los profetas, y puede hablarse con propiedad que estamos a las puertas de la realización de las últimas cosas.

Hemos citado a Marcos 1.14 15 cuando el Señor anuncia el cumplimiento del tiempo, y agregaremos Lucas 4, cuando el mismo Jesús lee en la Sinagoga de Nazaret Isaías 61: "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor… Y comenzó a decirles: hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros". Y recomendamos hacer un ejercicio con la concordancia buscando las numerosas expresiones en los Evangelios y en Hechos, en donde se expresa con toda claridad que Jesucristo representa el cumplimiento de las promesas de Dios para la humanidad.

Dice el Credo Apostólico acerca del Hijo de Dios: "Nació de María virgen, padeció bajo Poncio Pilato". María virgen y Poncio Pilato son los mojones que limitan la temporalidad a la que se sometió Dios en Jesucristo, que muestra el tiempo de esta inconcebible irrupción de Dios en la historia, cuando se hizo hombre y participó de nuestra naturaleza.

María virgen nos pone en presencia del milagro asombroso de la encarnación de Dios, que nace como un niño. Poncio Pilato marca el momento igualmente incomprensible en que el hombre expulsa a Dios de la historia al grito de: ¡Fuera, fuera, no queremos que éste reine sobre nosotros! y concluye entonces la temporalidad asumida por Dios en Jesucristo.

Entre María y Pilato, está la palabra "padeció", y padecer fue una constante en la vida de Jesús. En Hebreos dice que él mismo padeció siendo tentado. La vida de Jesús fue un continuo padecimiento al ver la obra del pecado en la humanidad. Frecuentemente dice la Escritura, que al ver Jesús a las multitudes se compadecía de los hombres, y compadecerse significa que él padecía con, sufría junto con quienes lo rodeaban. El dolor del ciego, lo padecía él, la enfermedad, la pobreza, la muerte de la humanidad eran su dolor, enfermedad, pobreza y muerte. Su sensibilidad es tan delicada, su identificación con el hombre es tal, que el dolor de ellos es suyo. En consecuencia, hace caminar a los paralíticos, da vista a los ciegos, hace oír a los sordos, limpia a los leprosos y cura a cuántos están pendientes de él.

Los evangelios de Marcos y Lucas, son testimonios vivos de la febril actividad del Señor en su lucha contra las consecuencias del mal en la humanidad. Y sufre por la desorientación de quienes andan por el mundo "como ovejas sin pastor".

Como no busca popularidad, cuando realiza milagros espectaculares recomienda a los beneficiarios: ¡"no lo digan a nadie"! Y sufre con los endemoniados, y los libera, pero de una manera particularmente intensa sufre cuando la muerte ha arrebatado a su amigo Lázaro.

¡Llora junto a su tumba!, y esto no fue un mero acto de simpatía con las hermanas de Lázaro que estaban tan afligidas, sino un auténtico dolor por la consecuencia del pecado en la humanidad. Dice el evangelio: Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro donde estaba Lázaro. El autor de la vida siente la profunda herida que le ha causado la muerte del amigo y, como si no pudiera tolerar la osadía del diablo, después de haber orado grita: ¡Lázaro, ven fuera!, y arrebata a su amigo de las garras de la muerte.

Jesús padeció cuando los fariseos y los escribas manifestaban su hipocresía, y los recriminó con durísimas palabras. En Marcos 3.5 dice que los miró con enojo por la dureza del corazón de ellos.

Padeció cuando los mercaderes transformaron el Templo, lugar santo, en una cueva de ladrones y los expulsó con energía. Padeció y se entristeció cuando próxima la hora de su muerte sus discípulos disputaban quién de ellos sería el mayor en el reino, y cuando nada menos que uno de los doce lo traicionó.

Estando en el huerto de Getsemaní y anticipando su muerte, tomó a Pedro y a los hijos de Zebedeo y comenzó a entristecerse y angustiarse en gran manera, y les dijo: "mi alma está muy triste, hasta la muerte". ¡La carta a los Hebreos dice que fue oído por su reverencial miedo! Es que la muerte habría de representar para el autor de la vida, penetrar en los dominios del diablo, el autor de la muerte. La muerte, para Jesús, quien solamente conocía la santidad y la pureza, era entrar en contacto con la suciedad letal del pecado, y esto lo hacía estremecer. La muerte era sólo para quienes habían pecado ¡y Jesús habría de cargar sobre sí el pecado de todos nosotros, habría de asumir la responsabilidad del pecado de la humanidad! Cuánto habrá sufrido con esa experiencia suprema, es algo que jamás llegaremos a comprender.

Padeció durante el juicio ante el Sanedrín, y cuando Pedro lo negó; padeció en el juicio ante Pilato y Herodes y delante de la multitud que gritaba: "¡fuera, crucifícale!", y por fin, padeció al sufrir la muerte de maldición en la cruz.


La cruz, un mojón clavado en la historia

En la cruz, cuando Dios estaba en Cristo reconciliando así al mundo, se cumplió la promesa escatológica. La irrupción de Dios en la historia fue ahora de una categoría nueva. En los tiempos pasados, Dios visitaba a los hombres en las Teofanías; ahora en Cristo, Dios se había hecho hombre, asumiendo la temporalidad para hablar a los hombres en un lenguaje inteligible para ellos, y además, para asumir la responsabilidad del error, la maldad y la rebeldía que condenaban al hombre a la muerte. Y Jesús murió.

Murió, y resucitó de la muerte. La muerte de Jesús, pareció a los hombres el más rotundo fracaso de un hombre bueno y manso que no fue respaldado por el bien y la verdad que encarnaba. Pero su resurrección demostró que su muerte fue un triunfo definitivo sobre el diablo y la muerte, para el beneficio de todos los hombres de la historia.

La cruz de Cristo, es un mojón clavado en el centro de la historia y es válida para toda la humanidad, desde Adán hasta el último ser humano.

Cristo resucitó y ascendió a los cielos a la diestra de Dios. Y en Pentecostés vino el Espíritu Santo en cumplimiento de la promesa del Señor a los suyos, de que serían bautizados con el Espíritu Santo. Y toda la suma de estos acontecimientos determinan el advenimiento del Día del Señor. El Reino de Dios se establece en la tierra, el tiempo de las últimas cosas ha comenzado a cumplirse.

Por eso, Pedro comienza su predicación en el día de Pentecostés diciendo: Varones judíos y todos los que habitan en Jerusalén, esto es lo que dijo el profeta Joel: en los postreros días, dice Dios, derramaré mi Espíritu sobre todos, y el que invocare el nombre del Señor será salvo.

El tiempo se había cumplido porque la redención de la humanidad había sido realizada por Jesucristo y porque la eternidad había penetrado en la historia. Los hombres podían acceder por la obra de la redención a la vida eterna, la vida de Dios. El reino que vino a establecer Jesucristo, según sus mismas palabras, no era de este mundo. Y en efecto, los creyentes en Cristo han llegado a pertenecer al reino de Dios, son ciudadanos del cielo, aunque continúen siendo ciudadanos de este mundo. En ellos, eternidad y tiempo se superponen.

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Mensaje por Amiga Miér Ene 07, 2009 5:50 pm

Sin Apocalipsis no podríamos entender plenamente el Nuevo Testamento. Apocalipsis, nos manifiesta el triunfo real de Jesucristo, pues su victoria es actual, permanente y eterna; y esto es lo que ve y nos cuenta Juan cuando nos dice que le fue concedido mirar en el cielo.

Así comienza el libro: "La revelación de Jesucristo que Dios le dio". En Jesús de Nazaret hallamos al eterno Hijo de Dios revelando al Padre, según lo manifiestan los evangelios, que nos ofrecen el testimonio de los discípulos: A Dios nadie le vio jamás; el Unigénito Hijo que está en el seno del Padre, le ha dado a conocer (Juan 1.18). Hechos de los Apóstoles y las Epístolas, contienen la revelación suprema del Dios invisible obrando la redención de la humanidad: Jesucristo sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio (2 Timoteo 1.10).

Pero en Apocalipsis hallamos "la revelación de Jesucristo que Dios le dio". Ahora es Dios quien manifiesta la gloria y el triunfo de Jesucristo. Y continúan los primeros versículos diciendo: "para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto".

Al estudiar Apocalipsis comprendemos, que la historia continúa para el mundo perdido, para quienes no han comprendido que el Día del Señor ha llegado. Para los creyentes, en cambio, la historia ha llegado a su fin. Estamos viviendo el proceso en el que se está construyendo el fin de todas las cosas. Estamos en un tiempo que aún permanece hasta que llegue el fin.

Así lo entendieron los discípulos al esperar la segunda venida de Cristo como un acontecimiento inminente. Pedro escribe en su segunda carta, y se refiere a los que ya están desconcertados porque el Señor tarda en cumplir su promesa de volver ¡y apenas habían pasado poco más de treinta años desde la ascensión! Y explica que no se trata de que tarda en cumplir lo prometido, sino que es paciente y no quiere que ninguno perezca.

La obra que realizó, no fue para un grupo reducido: la redención tiene una dimensión cósmica. Es decir, que el plan de Dios, es para tantos miembros de la humanidad como sea posible alcanzar; para que millones y millones lleguen a comprender que el día del Señor ha llegado, ya que se han cumplido las aspiraciones más atrevidas de los hombres, pues Dios vino a este mundo como un hombre para realizar la redención de un pueblo para Dios, y por medio de Cristo reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz (Colosenses 1.20).

El tiempo que permanece aún, es una muestra de la gracia de Dios, de su amor por este mundo, por el cual entregó a su Hijo. Quienes hemos escuchado y respondido al mensaje del evangelio, hemos sido introducidos ya al Reino de Dios, y pertenecemos al siglo venidero, aunque continuamos en un inter tiempo, un tiempo que aún permanece entre el triunfo de Jesucristo en la cruz y su segunda venida.

Estamos en el Reino de Dios, participamos de la eternidad y simultáneamente, vivimos en el inter tiempo, mientras aceleradamente se construye el fin. Cuánto durará este tiempo que permanece es algo que está más allá de nuestras posibilidades conocer, lo que no quita, que el fin esté ya a las puertas.

Durante los casi dos mil años transcurridos desde el cumplimiento del tiempo en Jesucristo, siempre la segunda venida ha sido un acontecimiento inminente. Primero, porque para Dios, mil años son como un día, y un día como mil años. Y luego, porque si el Señor no viene mientras tenemos vida, se consumirá muy brevemente el tiempo que nos resta vivir en este mundo, para nosotros tiempo que dura, y muy pronto estaremos con el Señor.

Repetimos, Apocalipsis, nos explica el misterio de las paradojas que surgen del hecho que el Día del Señor ha llegado, y sin embargo la historia continúa. Además, Jesucristo venció al diablo y a la muerte, pero ambos se enseñorean sobre la humanidad hoy. En Apocalipsis 4, Juan penetra por una puerta abierta en el cielo, y desde la perspectiva de Dios nos relata el proceso de la construcción del fin, un fin que ya concluye, porque desde el triunfo de Jesucristo estamos viviendo al borde del fin. En la perspectiva del cielo, en la que Juan recibe la revelación, el tiempo no fluye, porque está en la perspectiva de Dios, fuera del tiempo y del espacio.

El triunfo de Jesús es, en tal dimensión, un triunfo definitivo, consumado, eterno. No hay un lapso de espera hasta que llegue la victoria final. Su triunfo es una realidad presente, continua y permanente, a pesar de que para nosotros que participamos de la eternidad y del tiempo, el triunfo final de Jesucristo pertenezca al futuro, por más que se trate de un futuro inminente que ya llega.

A la luz del Apocalipsis percibimos, que el triunfo de la cruz, es el momento cuando el diablo y la muerte recibieron la herida de muerte, lo cual, no significa que hayan muerto, pero sí, que se están muriendo y que ya no tienen posibilidades de sobrevivir indefinidamente.

Y porque el diablo no ha terminado de morir, actúa con furia en la historia, enardecido por la herida de muerte y empeñado en dañar a la humanidad hasta donde sea posible, y especialmente a la iglesia de Cristo. Por eso, Apocalipsis completa el significado del Nuevo Testamento, que sin él, quedaría inconcluso. Es cierto que en sus páginas hallamos un lenguaje simbólico que nos resulta misterioso y a veces se nos ocurre indescifrable. Pero creemos firmemente, que hay en Apocalipsis un mensaje coherente que está allí en la superficie, y que podemos captar con mucho provecho, si no nos empeñamos en pretender solucionar todos sus misterios.

En realidad, es lógico que el libro nos ofrezca dificultades para su interpretación, y sería una actitud vanidosa aquella que pretendiera captar en un momento determinado, todo el significado de un libro de la categoría de Apocalipsis. Algunas imágenes fueron muy claras para sus primeros destinatarios, y otras son más claras para nosotros hoy.

Seamos sabios en nuestra actitud al acercarnos a este libro, en la seguridad que es mucho lo que podremos recibir de su lectura y estudio. Recordemos la bienaventuranza con que comienza: "Bienaventurado el que lee y los que oyen la palabra de esta profecía y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca".

Cullman, en "Cristo y el tiempo", pone énfasis en el YA del cumplimiento de las promesas del establecimiento del Reino de Dios, y utiliza la figura del día D durante la segunda guerra mundial, que determinó el triunfo de los aliados. Sin embargo, la guerra no concluyó con el desembarco en Normandía, y el día de la victoria (día V), llegó casi un año después, durante el cual se luchó furiosamente.

Lo mismo ocurre con el triunfo de la cruz (día D), cuando el diablo y la muerte recibieron su herida de muerte, pero aún estamos esperando la manifestación del día V, en que el triunfo de Jesucristo será una realidad visible en su segunda venida.

Una de nuestras tentaciones es la de medir este inter tiempo, este tiempo que permanece aún hasta la consumación del fin. Recordemos la recomendación de Jesús resucitado a sus discípulos en el primer capítulo de Hechos: No les toca a ustedes saber el tiempo o las sazones que el Padre puso en su sola potestad.

Lo que se profetiza en el Antiguo Testamento y luego se cumple en el Nuevo, debiera servirnos de advertencia. Ni aun los hombres fieles que esperaban el cumplimiento de las Escrituras, se dieron cuenta de la magnitud de lo que estaba aconteciendo con el advenimiento de Jesús. Y a pesar de que muchos lo esperan, son pocos los que creen en él, y aún éstos, no alcanzan a entender toda la grandeza que encierra la vida y la muerte de Jesucristo.

Lo que se habían imaginado que sería el día del Señor, no concordaba con lo que tenían por delante.

Fue tan poco espectacular lo que ellos lograron percibir, que no se sintieron inclinados a creer que el cumplimiento de los tiempos había llegado. A nosotros nos ocurrirá lo mismo si utilizamos Apocalipsis para confeccionar esquemas sobre el devenir de los tiempos. Lo que habrá de ocurrir cuando llegue el fin, será algo totalmente diferente de todo lo que logremos imaginar. Y en definitiva, lo único que habremos conseguido, será confeccionar esquemas basados en especulaciones, a las que probablemente, pretenderemos darle la autoridad de la Palabra de Dios.

Este no es el propósito del libro para nuestra necesidad de hoy. Por el contrario, el estudio de Apocalipsis iluminará con una luz brillante el contenido del Nuevo Testamento al declararnos la realidad presente del triunfo de Jesucristo, un triunfo que en el cielo dura desde antes de la fundación del mundo, cuando fue entregado. Triunfo presente, continuo y eterno, a la vez que constante y permanente. Fue entregado desde antes de la fundación del mundo; se entregó en el histórico episodio de la encarnación, y la imagen del cordero como inmolado que hallamos en Apocalipsis, nos muestra su eterna entrega. Es que entregarse, darse, es la esencia del Hijo de Dios, que en el Nuevo Testamento se expresa como "la gracia del Señor Jesucristo".

Al leer detenidamente el Apocalipsis, podremos entender que la palabra profética está hoy construyendo el inminente final de todas las cosas y la manifestación gloriosa de la victoria de nuestro Señor Jesucristo.

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Mensaje por Amiga Vie Ene 09, 2009 6:01 am

ANALISIS DEL LIBRO

Literariamente tiene el estilo epistolar, como una carta dirigida a Las siete Iglesias de Asia. Después del preámbulo hallamos la introducción corriente de las cartas con el nombre del escritor, el de los destinatarios, el saludo y una doxología. La forma epistolar, se mantiene hasta el final del capítulo tercero, y desde el cuarto en adelante quedamos sumergidos en el lenguaje apocalíptico hasta la conclusión del libro, y al concluirlo, volvemos a quedar inmersos en un lenguaje epistolar con la salutación formal de una carta.

Se conoce con el nombre de literatura apocalíptica, a un estilo literario judío que tuvo un especial desarrollo en el período próximo anterior y posterior al nacimiento del cristianismo. Generalmente, los escritos apocalípticos eran pseudoepigráficos, es decir, que el autor escondía su identidad bajo el nombre de algún prestigioso personaje de la historia del pueblo hebreo y, utilizando un frondoso simbolismo, que generalmente era interpretado por un ángel u otra autoridad celestial, trataba de mantener viva la expectativa mesiánica, sobre todo entre los judíos de la dispersión (recordando que después del año 70, todo el pueblo hebreo pertenecía a la diáspora).

Esta literatura tiene antecedentes en el Antiguo Testamento, en donde Daniel y Ezequiel contienen abundante material simbólico apocalíptico. Zacarías, Isaías y otros libros proféticos también incluyen figuras simbólicas propias de los apocalipsis.

Pero el Apocalipsis del Nuevo Testamento tiene elementos que lo diferencian de la literatura apocalíptica de la época: No es pseudoepigráfico, ya que Juan, que aparece como el autor, es un personaje bien conocido de los destinatarios del libro. Y Juan califica a su mensaje como profético, es decir como recibido de Dios, para que sea comunicado a las iglesias.

Y este mensaje que debe trasmitir es de una categoría tan especial, que el lenguaje común es insuficiente para que los lectores capten lo que "estando en el Espíritu" él ve y escucha. Y siguiendo la tradición de la literaruta apocalíptica veterotestamentaria, utiliza muchas figuras familiares a sus lectores que ayudarían a interpretar las visiones.

Otro elemento distintivo de Apocalipsis con la literatura apocalíptica de la época, es la ausencia de esperanza mesiánica. El enviado de Dios, ya ha venido y ha obtenido una victoria total sobre el diablo y la muerte. El tono de su mensaje, aunque a veces sombrío, es predominantemente optimista, pues trata siempre de poner en evidencia que la victoria de Jesucristo es ya un hecho consumado.

Frecuentemente, Juan menciona el nombre de Jesús, menos el de Jesucristo, y una vez el de Señor Jesús. El nombre más utilizado es el de Cordero, con la calificación de su entrega y su triunfo. También lo llama Señor, título que comparte el Hijo con el Padre, e indistintamente a ambos llama Señor. Y agrega muchos nombres figurativos (como testigo fiel y verdadero).

Los misteriosos símbolos que aparecen en Apocalipsis, no nos son interpretados como suele ocurrir en la literatura apocalíptica. Evidentemente, representaban un lenguaje al que estaban familiarizados los creyentes, que suponemos que en general no habrían tenido mayores dificultades en interpretar el mensaje. De manera que, un estudio del momento histórico en que se hallaban las iglesias que recibieron la carta de Juan, nos ayudará en alguna medida a comprender mejor el contenido del mensaje.

Como paso previo antes de entrar a considerar progresivamente el Apocalipsis, y de acuerdo con el título de este capítulo, realizaremos un análisis de todo aquello que nos llama la atención y sobresale al realizar una lectura de corrido de todo el libro. Y de paso, aquí recomendamos realizar la lectura de todo Apocalipsis de una sola vez, por lo menos en dos versiones, como por ejemplo Reina Valera y Versión Popular, para familiarizarnos con el lenguaje.

Ángeles

Hallaremos ángeles desde el principio hasta el fin. Y debemos reconocer que nosotros, frecuentemente, nos olvidamos de la existencia de los ángeles. Tanto el Nuevo como el Antiguo Testamento nos hablan mucho de ellos. Pero lo que resulta significativo, es que pareciera que nos hemos acostumbrado a leer el Nuevo Testamento sin prestar atención a los ángeles.

Los hallamos a través de toda la vida de Jesús: están en la anunciación del nacimiento de Juan el Bautista y en el de Jesús, y a los pastores en Belén. Los encontramos en la tentación en el desierto, en las enseñanzas del Señor en numerosos pasajes, en Getsemaní, en la resurrección y los hallamos en la ascensión. En Hechos hay más de veinte menciones de ángeles y las hay en las epístolas, particularmente en la carta a los Hebreos. De todas maneras, hay más citas de ángeles en el Nuevo que en el Antiguo Testamento.

Y en Apocalipsis tienen un lugar muy destacado, pues a la vez, son instrumentos de Dios en la realización de sus planes, acompañan a Juan y lo asisten en su función profética. La presencia de ángeles en Apocalipsis es muy lógica, pues según Mateo 13 serán los encargados de ejecutar el juicio final, además de ser la escolta del Señor en su segunda venida.

En Apocalipsis 4 vemos, que los ángeles realizan una permanente liturgia de adoración a Dios, rodean su trono y cantan el "Santo, Santo, Santo", en una figura semejante a la de la visión de Isaías en el capítulo 6 de su profecía. Y participan también en la liturgia de los fieles aquí en la tierra, según se desprende de Hebreos 12: Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar… sino que os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén, la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios, el juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús, el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.

Cuando celebramos nuestro culto al Señor como iglesia, y nos acercamos a Dios con nuestros cánticos, oraciones, lectura y meditación de la Palabra, estamos en compañía de muchos millares de ángeles que se unen a nuestro culto. ¡Pero qué pocas veces pensamos en esta maravillosa realidad!

Es importante recordar que Juan, al escuchar del ángel las palabras de bienaventuranza a los llamados a la cena del Cordero, se postra a sus pies para adorarlo; y el ángel tiene que decirle ¡no lo hagas! Adora a Dios (Apocalipsis 19.9 10). Y esto nos hace pensar que es prudente no exaltar la función de los ángeles, por el grave peligro de caer en la herejía de rendirles culto; lo que no justifica que no los tengamos en cuenta como siervos de Dios y de nosotros, bajo cuya vigilancia y cuidado estamos, y demos gracias al Señor por el servicio que sus ángeles nos prestan.

Números simbólicos

Hay abundancia de simbolismo numérico, pero ningún número es tan utilizado como el siete. Este número significa la perfección, en el sentido que, siete completa todo. Hallamos siete estrellas, siete candeleros, siete iglesias, siete sellos, siete trompetas, siete copas, siete ángeles, siete espíritus, etc.

Siete iglesias representan la totalidad de las iglesias. Cuando se escribió el Apocalipsis había más de siete iglesias en Asia, pero fueron siete las elegidas como destinatarias de las cartas del Señor. Cada una tenía su fisonomía particular, de manera que, a través de la historia, cualquier iglesia local participará del carácter predominante de alguna de aquellas siete iglesias, a la vez que el carácter de cada una de aquellas estará reflejado en otras siete iglesias locales.

Cuando se abren los siete sellos y cada uno va revelando su misterio, vemos que el Cordero, como inmolado que fue hallado digno de abrir el libro y desatar sus sellos , es el que manifiesta los secretos de Dios, y cada sello que se abre nos permite descubrir un misterio más del fin que aceleradamente se construye.

Pero no necesariamente estos siete sellos (o estrellas, o candeleros, o etc.), representan una secuencia prioritaria. Los primeros seis candeleros (o sellos, o estrellas), representan la manifestación de un proceso que se está realizando, pero que se completa con el séptimo, que representa el fin. Lo descubierto por los primeros seis, manifiestan el proceso que marcha al fin, y son diferentes aspectos de la construcción del fin que está a las puertas, y que se consuma con el elemento séptimo. De manera que, al manifestarse el séptimo, habremos llegado al fin.

Además hallamos otros números simbólicos: el tres, el cuatro, el doce, el veinticuatro, el seiscientos sesenta y seis, el mil, el ciento cuarenta y cuatro mil. Oportunamente nos ocuparemos de esta numerología típica de la literatura apocalíptica.

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Mensaje por Gladys Jue Abr 23, 2009 9:31 am

Amiga investiga sobre el significado del color de los caballos del apocalipsis, Gracias, despues nos cuentas, gracias, Dios te de sabiduría. Un abrazo, te lo solicito porque se que tienes madera para eso. Adelante! Dios te guie.

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Mensaje por Gladys Dom Abr 26, 2009 12:48 pm

Amiga: empieza con apocalipsis, quiero verte por acà mas a menudo, Cuidate, un abrazo, te esperamos pronto.

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Mensaje por Gladys Vie Sep 18, 2009 12:45 pm

La verdad mi amiga , se olvido de esta pagina . a ver amiga anìmate, te esperamos con mas temas profèticos . Dios te de mas sabidurìa .

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Mensaje por Gladys Lun Oct 26, 2009 10:47 pm

Amigaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, què paso con este tema no volviste?, te esperamos ok? Un abrazo fraterno, t.q.m.

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Mensaje por Gladys Miér Abr 14, 2010 9:54 am

Se perdio la Amiga, llamando a Jupiter que pasaria....

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Mensaje por Gladys Mar Jun 15, 2010 8:16 am

Gladys escribió:Se perdio la Amiga, llamando a Jupiter que pasaria....

Amiga es el cuarto llamado, te esperamos Dios te bendiga. Un abrazo fraterno.

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